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Si se aprueban los proyectos de ley comprometidos para la reforma de la educación, es decir, carrera docente, apoyo a las facultades de educación, fin al copago y fin a la selección escolar, entre otras iniciativas así de importantes, hay que pensar en un nuevo profesor para el futuro de Chile.

Si se cree que en el mediano plazo estarán dadas estas condiciones, las instituciones universitarias que forman profesores deberían estar pensando en cambiar sus respectivos modelos educativos y en rediseñar su mallas curriculares.

Ya existen ciertos insumos relevantes, como los estándares para las distintas carreras de Pedagogía; pero lo que hay, debe completarse con una visión a largo plazo. El impacto de una formación tiene un alcance de vigencia no menor a 30 años, período de tiempo en el que ocurrirán muchas cosas en el mundo, que, probablemente, ni siquiera imaginamos.

En consecuencia, los desafíos para la educación y para los profesores son inmensos, lo que obliga a construir un marco de anticipación a los cambios. En primer lugar, responder la pregunta sobre la pertinencia del sentido de la educación, tal y como lo entendemos hoy día.

Enseguida, rediseñar el concepto de “escuela”, rescatándola del desapego que, a menudo, se observa en los niños y jóvenes, cuando sentimos que sus necesidades de aprendizaje parecen satisfacerse mejor con la inconmensurable oferta de contenidos que despliegan los medios tecnológicos. Sería muy triste que llegáramos a dudar del rol que le corresponde humanamente servir al profesor. Por lo tanto, aquí cabe el desarrollo de una nueva didáctica, porque la que existe no logra ser suficientemente competitiva con internet y otros medios.

En ese contexto, al nuevo profesor le cabe la tarea de cultivar el asombro de niños y jóvenes en medio de un mundo cada vez menos sorprendente. En ese sentido, es indispensable darle el lugar que se merece en el currículo a la educación artística. Ha sido un grave error despreciarla, en beneficio de otras áreas, por cierto fundamentales, pero no exclusivas, del desarrollo humano. Todos los seres humanos tenemos derecho a la belleza y es el arte, precisamente, uno de los caminos para alcanzarla.

Pero acceder a la belleza requiere de sensibilidad. El hombre sensible no solamente tiene disposición para el arte. El hombre sensible demuestra mejores condiciones para comprender y actuar en beneficio de la sociedad. Por lo tanto, el nuevo profesor debe hacerse cargo del servicio educativo del futuro con la conciencia plena de su responsabilidad social. Esto es, contribuir en la construcción de un país más justo y solidario, inclusivo, sin distinciones de clases; respetuoso de la diversidad humana y del medioambiente; comprometido con una cultura de paz.

Sobre la base de las herramientas adquiridas en su formación inicial docente, el nuevo profesor tiene que comprender que su tarea requiere constante adaptación a los cambios del mundo y de los contextos donde les corresponda ejercer su misión educativa; por lo tanto, tiene que fortalecer sus competencias pedagógicas. El mayor desafío será ejercer liderazgo para crear condiciones emocionales en el aula que permitan a los alumnos compartir los aprendizajes y desarrollar un camino conjunto de crecimiento humano.

 

http://www.latercera.com/noticia/opinion/ideas-y-debates/2014/05/895-580120-9-la-reforma-y-los-profesores.shtml

Edición impresa diario La Tercera, 29 de mayo de 2014:http://papeldigital.info/lt/2014/05/29/01/paginas/006.pdf

 

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