Skip to main content
search
0
Noticias
Imagen destacada
 lunes,16
 Administrador del sitio
 Con información de: 
Compartir

Economía del cautiverio es el término que acuñó la Dra. Yéssica González para explicar el fenómeno que transformó a las sociedades mapuche y española entre los siglos XVI y XVIII. No sólo fue un sistema de amedrentamiento; con el correr de los años los cautivos fueron auténticas monedas de cambio.

 

10.11.2015. Temuco. Abordar la historia de La Araucanía desde una perspectiva distinta, especialmente aquella que hace énfasis en las relaciones fronterizas y el cautiverio como fenómeno cultural, social y económico, es el desafío que se planteó la Dra. Yéssica González, investigadora del Núcleo de Ciencias Sociales de la U. de La Frontera y quien actualmente lleva a cabo un proyecto Fondecyt en el tema.

Es la historia no contada de los capturados en la frontera y que en momentos específicos de la historia de Chile, especialmente entre 1598 y 1665 -época en que se produjeron los mayores levantamientos mapuche en la zona- jugaron un rol fundamental al momento de establecer las relaciones entre la población española e indígena y fue el fenómeno que marcó y transformó profundamente a ambas sociedades.

No son iguales

Según González, y lo reportado por los textos de la época, el cautiverio y/o secuestro humano siempre fue visto como una consecuencia terrible para el mundo español, pero a diferencia de los conquistadores, cuyos cautiverios fueron vistos como moneda de cambio -especialmente cuando las mujeres eran las secuestradas- los mapuche cautivos fueron considerados como prisioneros de guerra y convertidos en esclavos. 

A partir de esa diferenciación es que se genera un discurso respecto del cautiverio que avala políticas que legitiman a ciertos actores e invisibilizan a otros. El mapuche cautivo es mano de obra, mientras que el español o española eran un bien transable.

El cautiverio indígena no se denuncia pero sí el cautiverio de los blancos. “Claramente estas eran estrategias de adaptación y resistencia que buscaban menoscabar la resistencia moral del otro, recurriendo a actos de violencia, pillaje y el secuestro como botín de guerra”, agrega González.

La historia dice que entre 1598 y 1665 fue la mayor época de incidencia de secuestro humano. “Se distinguen tres períodos: entre 1598 y 1604; luego repunta en 1612 y para 1658 ocurre una nueva estampida de secuestros. Estos momentos tienen que ver con la pérdida de estabilidad en la frontera, pero para el siglo XVIII no hay evidencias de capturas y hay muy pocas operaciones de rescate. Posteriormente sucede que en el siglo XIX, inmediatamente después de la Guerra de Independencia, hay una nueva explosión de cautivos”, precisa González.

Economía de cautiverio

El estudio UFRO menciona que un punto relevante respecto de esta dinámica de secuestro fue la valoración de los/las cautivos: se convirtieron en piezas de negociación y mediación política entre sociedades, se incorporaron como agentes económicos y productivos dentro de la sociedad captora, destacando los blancos y mestizos en la sociedad indígena.

“Esto nos llevó a proponer, o tal vez a descubrir, una verdadera economía del cautiverio y la redención, implícita en los procesos de captura, negociación y circulación de cautivos en la frontera de La Araucanía a lo largo de los siglos y a ambos lados de la cordillera andina”, acota la investigadora.

“Nos corresponde entender la importancia del cautiverio como práctica, visualizando a los cautivos como agentes no pasivos, cuya existencia permite afirmar que tanto el cautiverio en particular como el tráfico de sujetos en general, formó parte de la dinámica de relaciones sostenidas entre españoles, criollos y las culturas indígenas de toda la zona centro sur de Chile -mapuches, pehuenches y huilliches- desde el siglo XVI y hasta avanzado el XIX”, agrega.

Cautivos activos

Las evidencias de este estudio revelan que los cautivos fueron claves en la configuración de redes de poder en torno a ellos, tanto al interior de la frontera como fuera de ella.

“Los y las cautivas tuvieron capacidad de agencia, lograron desarrollar estrategias de adaptación, fraguaron fugas -de modo exitoso o frustrado-, se acomodaron a su suerte o se rebelaron frente a ella, obtuvieron provecho de la misma, alcanzaron reconocimiento, movilizaron recursos, favorecieron el mestizaje en función de su condición de clase, género y ascendencia étnica, en el marco de prácticas que trascendieron el ámbito netamente colonial y, por cierto, el propio espacio definido como frontera”, dice González.

En cualquier contexto, junto con ser las víctimas colaterales de un conflicto, también lo fueron de un discurso que los invisibilizó. Los cautivos y cautivas fronterizos desde el primer momento se constituyeron en vehículos de movilización de usos, costumbres e intereses entre las sociedades y al interior de ellas.

En ese sentido, este tema permite dar cuenta de la historia de la región, aunque aparezca mínimamente mencionado en la historia oficial, porque desde este escenario es que se configuran ciertas claves que permiten comprender la violencia en la frontera, el reclamo de justicia, la configuración de redes de poder, la generación de nuevos linajes y el gran impacto que el cautiverio tuvo en los procesos de mestizaje y sincretismo cultural.

Fuente: Comunicaciones UFRO

 

Más noticias

Universidades
Imagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidadImagen universidad

Social Share Buttons and Icons powered by Ultimatelysocial