20.05.2015. Valparaíso. Con un foro en el que se intercambiaron ideas similares a las que se debatían en los años 1910-1911, cuando se fundó la actual Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, se conmemoró el aniversario 104ª de esa unidad académica.
Se trató del panel “Estado, pluralismo y religión”, que se desarrolló en el Aula Luis Vicuña Suárez de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, el que estuvo encabezado por el decano Alberto Balbontín y el director Claudio Oliva. Asistieron además el contralor general de la UV, Cristián Moyano; el fiscal de la UV, Eduardo Morales; la secretaria de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Marta Bustos; y el presidente de la Fundación Escuela de Derecho UV, René Moreno; además de académicos, estudiantes e invitados especiales.
Los expositores fueron los profesores de Derecho UV, Agustín Squella y Ricardo Salas, y el académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile y ex alumno de esta Escuela, Matías Valenzuela, actuando como moderadora la coordinadora de Extensión de este plantel, profesora Daniela Marzi.
En la oportunidad, el director Claudio Oliva, recordó que cada 18 de mayo “se recuerda cuando el Presidente Ramón Barros Luco dio vida al acto administrativo por medio del cual se constituyó esta institución”, agregando a su vez que el tema central del foro “Estado, pluralismo y religión”, “tiene un vínculo muy estrecho con el contexto en el que surgió y fue fundada nuestra Escuela, lo que demuestra que siempre estamos muy conectados con nuestros orígenes”.
El profesor Oliva reiteró que la fundación de la Escuela de Derecho UV “se dio a propósito de la discusión de la Ley de Educación Primaria Obligatoria, aunque antes hubo algunos intentos destinados a crear un curso fiscal de leyes en Valparaíso, que fueron nuestros antecedentes remotos”.
Acotó que el debate de la referida ley, “se dio en tiempos en que los partidos políticos que existían eran fundamentalmente Radical, Liberal y Conservador y el centro de la discusión era si esa educación tendría que necesariamente ser laica o iba a existir la posibilidad de que fuera religiosa”.
En el año 1910, en Valparaíso ya existía un curso de leyes católico, del Colegio de los Sagrados Corazones de Valparaíso, que es el antecedente de la Escuela de Derecho de la PUCV, “pero un grupo de 19 estudiantes radicales de ese curso, enviaron un telegrama al partido Radical, donde se decía escuetamente que adherían con entusiasmo a la propuesta de ese partido de establecer en Chile una educación primaria laica y obligatoria”
Fue así como en 1910 comenzó a funcionar este curso laico de Derecho, “gracias al interés de muchos profesores porteños por brindar ese tipo de educación, pero se tardó hasta el 18 de mayo de 1911 para que se le diera una consagración jurídica y así fue cómo nació nuestra Escuela de Derecho”, relató el director Claudio Oliva.
Resaltó que el origen de esta casa de estudios “está entonces en la reivindicación del derecho a disentir. Nuestra Escuela se debe a que 19 jóvenes disintieron y tuvieron que abandonar el lugar donde estudiaban por emitir una opinión diferente y nuestra Escuela fue fundada para que eso nunca tenga que ocurrir acá y todas las opiniones puedan ser expresadas con entera libertad”.
Puntualizó que “se puede disentir fraternalmente, es algo plausible y que nos llena de alegría”, pues dijo, es un ejercicio que se suele hacer en forma continua, en la Escuela de Derecho UV, hasta nuestros días.
Foro y debate
El profesor de la PUC, ex alumno de Derecho UV y religioso de los SS.CC, Matías Valenzuela, comenzó exponiendo en el foro señalando que a su juicio, “indiferentes y fanáticos ante un tema, le hacen mal a la sociedad. Creo que hay que moverse en una sana medianía de pensamiento y de razón”.
Además, opinó que “la separación entre la Iglesia y el Estado ha sido algo positivo para una y otra institución; permite mayor independencia y libertad eso se requiere para cumplir bien con sus respectivos deberes. Se pude decir incluso que es adecuada la separación Iglesia-Estado en una sociedad plural”.
También explicó que “no es lo mismo el Estado y la sociedad civil. El primero es necesario que sea neutro y no confesional, porque tiene que acoger distintas posturas, pero la sociedad civil no es necesario que se neutra y no puede serlo, porque está conformada por personas grupos y comunidades que tienen distintas identidades, formas de pensar y valores y es positivos que así sea”.
Asimismo, Matías Valenzuela rechazó la idea de que la religión tenga que permanecer en el ámbito privado y no hacerse presente en el ámbito público. “Creo que es imposible restringir sólo al ámbito de lo privado las creencias, cualquiera que éstas sean, porque finalmente éstas acompañan a las personas, que tienen ideas, formas de pensar e identidad y si las personas participan en espacios públicos, también participan sus fe, sus credos, sus signos, sus imágenes, sus narrativas y formas de representación y relatos. Es una utopía insana restringir lo religioso sólo al ámbito privado”, manifestó, y acotó que no obstante ello, le parece adecuado establecer condiciones de participación en los espacios públicos.
Por su parte, el profesor Ricardo Salas sostuvo la necesidad de justificar adecuadamente el principio pluralista en las sociedades en que prevalece la diversidad. Declaró que la doctrina más sólida para defenderlo es el socialcristianismo, en el que se unen, por una parte, el cristianismo y, por la otra, una tradición filosófica cuyos representantes son, entre otros, Aristóteles, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino y, en el siglo XX, Jacques Maritain.
El profesor Salas explicó que, según esa tradición de pensamiento, el respeto por las personas exige que sus convicciones religiosas no sean excluidas del debate público, al que ellas deben concurrir, desde su propia identidad, en igualdad de condiciones con otras personas que no ligan sus ideas a un origen religioso.
Finalmente, el profesor Agustín Squella distinguió los conceptos de pluralidad y pluralismo, explicando que el primero, “tiene que ver con una gran diversidad de creencias, ideas, intereses, puntos de vista, que caracteriza a la sociedad donde vivimos, donde felizmente predominan los desacuerdos; lo importante es cómo nos hacemos cargo de ellos y cómo los resolvemos. El pluralismo lo veo como un hecho”.
En cuanto al pluralismo, precisó que “es la actitud que ante la pluralidad, consiste en aprobarla, en ver a esa diversidad como un bien, no como un mal ni menos como una amenaza”.
Manifestó que es una opción ser o no pluralista “y eso es gracias a la virtud de la tolerancia, que consiste en encarar la diversidad resignándose a ella, aceptándola y no intentando acabar con ella intentando imponer el punto de vista propio. Es una tolerancia pasiva, pero no es poca cosa, es una gran conquista convivir en paz aun cuando los diferentes vivan distanciados”.
También dijo que distingue una tolerancia activa, “que exige mucho más y apunta a que los que discrepan no se resignen meramente a una convivencia pacífica, sino que quienes piensan diferente, se acerquen, entren en diálogo, se escuchen razones recíprocamente, admitiendo la posibilidad de que el distinto pueda influir y hacer variar las opiniones iniciales. Es muy difícil”.
Agustín Squella opinó que en el ámbito de la vida social, “generalmente las diferencias son claramente intereses y se revisten como debate de creencias. En Chile eso es típico y como suena un poco dura la palabra intereses, se enmascara como creencias, para darle un mejor estatus a planteamientos que en realidad, tienen que ver con el grosero aunque indispensable dinero”.
Fuente: Comunicaciones U. de Valparaíso
