Durante años, el sistema de financiamiento de la educación superior en Chile, definida por la comunidad científica internacional como capitalismo académico, ha obligado a las instituciones públicas a competir por financiamiento. El Estado financia con aportes basales, solamente entre un 10 y 15 por ciento de sus presupuestos, el resto lo tienen que salir a buscar (bajo las lógicas del mercado), como si fuera una institución privada.
En este contexto, algunos gobiernos y consejos regionales han asumido un rol clave, promoviendo el financiamiento de sus universidades públicas con criterios de equidad territorial y acceso a educación de calidad para jóvenes que deciden estudiar en sus regiones.
La Universidad Arturo Prat, la universidad pública de Tarapacá, siente y agradece permanentemente este apoyo histórico, que ha significado evolucionar desde la madera al hormigón. El Gobierno y el Consejo Regional han demostrado un compromiso real con su desarrollo, propiciando educación superior; aprobando entre 1998 y 2010 importantes recursos para infraestructura clave, como el gimnasio techado, biblioteca, casino, pabellones y el Instituto de Estudios Internacionales. Tras años sin proyectos, en los últimos dos años se retomó esta alianza aprobando importantes recursos para mantención de infraestructura pública, renovación de equipamientos y transporte de nuestra casa de estudios.
Recientemente, se concretó una inversión histórica: 9.253 millones de pesos del FNDR, que beneficiará a más de 6.300 estudiantes, fortaleciendo la formación de capital humano con estándares modernos y pertinentes al entorno productivo. Además, se aprobó la entrega de diez hectáreas en Pozo Almonte para el futuro Campus Tamarugal, ampliando el acceso a la educación superior.
Este modelo de colaboración territorial no es común en todo el país, pero Tarapacá demuestra que, con voluntad política y visión estratégica, la educación superior se transforma en motor de desarrollo regional.