Descentralizar para crecer: un imperativo para el desarrollo

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Luperfina Rojas

Rectora de la Universidad de La Serena

Chile sigue siendo uno de los países más centralizados de América Latina. Según la OCDE, esta concentración de decisiones, recursos y oportunidades en un único territorio profundiza desigualdades y frena las posibilidades de innovación y crecimiento en las regiones.

No es casualidad que el 42% de la población nacional y más del 60% del PIB se concentren en la Región Metropolitana, mientras zonas con gran potencial productivo, como el norte minero o el sur agroalimentaria y forestal, reciben apenas una fracción de la inversión pública.

El centralismo, más que una característica histórica, se ha transformado en una traba estructural para el desarrollo; por eso, el debate sobre descentralización ya no es una consigna política, sino un imperativo de desarrollo. Así lo planteó recientemente la Declaración de Concepción 2025: «Chile será descentralizado, o no será desarrollado».

La descentralización, sin embargo, no puede reducirse a la transferencia de competencias administrativas, pues implica abrir nuevas rutas de desarrollo territorial en tres planos esenciales: primero, la autonomía financiera, ya que actualmente más del 85% de los ingresos regionales proviene de transferencias del nivel central, lo que limita la planificación de largo plazo; segundo, el fortalecimiento institucional, porque sin capacidades técnicas ni mecanismos de control adecuados los gobiernos regionales y municipios no podrán gestionar eficientemente sus recursos; y tercero, el reconocimiento del rol estratégico de la educación superior regional, un actor clave para la formación de capital humano, la investigación aplicada y el desarrollo cultural de los territorios. Estos tres temas serán parte de los ejes centrales del «IV Congreso de Descentralización», organizado por la Subdere y que se desarrolla en la Universidad de La Serena los días 20 y 21 de agosto.

En esta línea, las universidades regionales, vinculadas en la Agrupación de Universidades Regionales (AUR), han demostrado que su aporte vital va más allá de la docencia, apuntando a profundizar un trabajo que, junto a gobiernos locales, permita generar conocimiento relevante para los desafíos territoriales y contribuir a la identidad cultural, pues una política real de descentralización debe integrar a las universidades regionales como aliadas estratégicas del Estado y la sociedad.

Somos conscientes, el desafío no es menor: Chile necesita avanzar hacia un Estado multinivel, donde las decisiones se acerquen a la ciudadanía, la democracia se fortalezca y el conocimiento local se convierta en motor de cohesión social. La descentralización, en definitiva, no es un anhelo pendiente ni una simple demanda regional: es la llave para que Chile alcance un desarrollo equitativo, sostenible e inclusivo. Crecer solo será posible si lo hacemos desde todas las regiones y con la riqueza de cada uno de nuestros territorios.

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