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Opinión
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 catalina.morgado
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Un problema: la elevada contaminación en la zona de Quintero-Puchuncaví, específicamente en sus suelos, saturados de metales pesados y otras sustancias dañinas. Una solución: utilizar a la propia naturaleza para sanar estos suelos, mediante técnicas de biorremediación que la propia comunidad pueda implementar.

No es un sueño, no son declaraciones de buenas intenciones. Hace apenas unos días, inauguramos oficialmente en la Universidad de Playa Ancha el proyecto que lo hace posible y que es destacable como un claro ejemplo de resultados positivos a partir del trabajo conjunto entre el Estado, las universidades y la propia comunidad afectada.

Me refiero al proyecto “Estructuración de una intervención comunitaria: Prototipo de Biorremediación de suelos en zonas contaminadas de Quintero-Puchuncaví”, que está en marcha desde junio pasado, gracias a financiamiento del Fondo de Innovación para la Competitividad Regional (FIC-R), asignado a la UPLA por el Gobierno Regional.

Aquí tenemos un primer punto a destacar: la importancia de esta línea de financiamiento, la cual esperamos que sea fortalecida. Es gracias a ella que el Estado permite, mediante una decisión tomada a nivel regional, el trabajo conjunto de la universidad con la ciudadanía, para dar soluciones a problemáticas reales del territorio.

Como es destacable la participación de la ciudadanía, que los propios ciudadanos puedan convertirse en agentes de cambio, pues participan en la implementación de soluciones medioambientales, en este caso.

En términos generales, el proyecto apunta a aprovechar las capacidades de dos plantas nativas, que pueden absorber metales pesados, según se ha comprobado experimentalmente en trabajos previos de nuestros investigadores. Este conocimiento adquirido a nivel académico se socializa con comunidades escolares y vecinales, para lo cual ya se desarrolla un plan de contenidos basado en talleres y otras actividades.

No hablamos de verticalidad. Muy por el contrario, el conocimiento se trabaja de manera horizontal con distintos grupos de la propia comunidad afectada, para encontrar mecanismos y caminos que puedan revertir la situación que los afecta.

La contaminación en Quintero-Puchuncaví es más que lamentable, es horrorosa. En parte, porque es un daño producido por decisiones políticas que fueron en desmedro del porvenir, del bienestar de la ciudadanía.

Hoy, con nuevas políticas, la academia puede hacer un aporte sustantivo a las comunidades de ese territorio fuertemente dañado, trabajando con ellas para poder recuperarlo. En esta oportunidad podremos trabajar en la biorremediación de apenas 10 mil metros cuadrados, pero es un primer paso. Ya vendrán nuevos proyectos. Y no olvidemos que el conocimiento se está socializando, lo que esperamos que genere un efecto positivo, cuyos resultados se vayan amplificando en el tiempo.

Como universidad, solo podemos estar orgullosos de nuestro papel en este proceso y el trabajo que efectúa un equipo multidisciplinario de la Facultad de Ingeniería, integrado especialmente por académicas e investigadoras. Otro elemento para destacar.

Publicada en el Mercurio de Valparaíso.

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