La Universidad de Valparaíso se adjudicó el proyecto que permitirá dotar a Chile del primer radar meteorológico del país, un instrumento de alta complejidad que marcará un antes y un después para la meteorología nacional. La iniciativa fue seleccionada en el Concurso de Equipamiento Científico y Tecnológico Mayor 2025 (Fondequip) de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), y lleva por título “Un radar móvil para fenómenos meteorológicos extremos y clima: fortaleciendo la investigación y la resiliencia en Chile”.
El proyecto es liderado por el doctor Jorge Arévalo, académico e investigador del Departamento de Meteorología de la Universidad de Valparaíso, y cuenta con la participación de cinco instituciones asociadas: Universidad de La Serena, el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), la Universidad de Chile, la Universidad de O’Higgins y la Universidad de Concepción.
Instrumento único en Chile
“El radar meteorológico es un instrumento que emite ondas electromagnéticas que rebotan en las partículas presentes en la atmósfera, como gotas de agua o cristales de hielo. Al analizar cómo regresan esas ondas —su velocidad y los cambios que experimentan— podemos determinar cuántas partículas hay, de qué tamaño son y cómo se están moviendo”, explicó el doctor Jorge Arévalo.
“Lo más relevante es que este radar entrega información en tres dimensiones (3D), permitiéndonos observar el espacio atmosférico completo a su alrededor. Así podemos ver, por ejemplo, la distribución y el desplazamiento de la precipitación o del viento, algo que hasta ahora solo podíamos medir en un punto fijo”, agregó.
A diferencia de los sensores actuales, que solamente entregan información puntual, el nuevo sistema ofrecerá una visión espacial y dinámica de la atmósfera.
“Este cambio es enorme, porque pasamos de mirar la atmósfera desde un punto a verla como un volumen dinámico. Esto nos ayudará a entender cómo varía la precipitación según la compleja topografía de nuestro país, cómo se comportan los sistemas convectivos o cómo se distribuye la nieve en la cordillera. Es información que hasta ahora simplemente no existía en Chile”, precisó el académico.
En esa línea añadió que “entre sus principales aplicaciones está el poder estudiar la evolución de tormentas, el desplazamiento de frentes lluviosos o ríos atmosféricos. Incluso permitiría detectar tempranamente fenómenos extremos como trombas marinas o tornados”.
Movilidad y colaboración nacional
El radar será móvil y estará montado sobre un carro de arrastre, lo que permitirá desplazarlo a diferentes zonas del país según las necesidades de investigación o monitoreo.
“El modelo de operación de este radar contempla convocatorias para asignar tiempos de uso, de modo que distintos equipos de investigación podrán solicitarlo según sus objetivos científicos. La idea es que el instrumento se desplace a diferentes zonas del país, donde existan fenómenos de interés meteorológico. No estará instalado de forma permanente en un solo lugar, sino que se moverá constantemente para captar distintos escenarios, dependiendo del objetivo de la investigación de cada equipo. Por ejemplo, cuando se pronostiquen tormentas severas, buscaremos posicionarlo en la zona afectada; y durante el verano, cuando predominan otros tipos de lluvias o eventos atmosféricos, se instalará donde esos procesos se estén desarrollando”, explicó el doctor Arévalo.
El investigador subrayó el carácter interinstitucional del proyecto: “Si bien lo lideramos desde la Universidad de Valparaíso, participan cinco instituciones asociadas. Queremos que su impacto sea nacional. Además, el proyecto contempla que un diez por ciento del uso del radar esté disponible para el público externo. Esto significa que no solo nosotros podremos acceder al instrumento o a los datos que él genera, sino también investigadores de otras instituciones, tanto públicas como privadas. Incluso, servicios como la Dirección Meteorológica de Chile y el Servicio Meteorológico de la Armada ya manifestaron su interés y entregaron cartas de apoyo a la propuesta”, señaló el doctor Arévalo.
Investigación, formación y apoyo a la gestión climática
Tal como lo explicó el profesor, el proyecto contempla tres áreas principales: investigación, formación y operación meteorológica.
En el ámbito académico, abrirá oportunidades para estudiantes de pre y postgrado de distintas disciplinas —desde la física y la electrónica hasta la ciencia de datos y la meteorología aplicada—, permitiendo aprender sobre el procesamiento de datos, la interpretación de señales y la modelación de fenómenos atmosféricos.
“En Chile prácticamente no tenemos experiencia con radares meteorológicos de esta complejidad. Este será el primer instrumento de su tipo, y su llegada nos obligará a formar especialistas. Nosotros seremos los primeros en capacitarnos y luego transferiremos ese conocimiento a las instituciones asociadas y a las nuevas generaciones”, afirmó Arévalo.
Además, el radar permitirá mejorar las alertas tempranas frente a eventos meteorológicos extremos.
“El radar no predice los fenómenos meteorológicos, sino que muestra lo que está ocurriendo en la atmósfera en tiempo real. Esa información puede utilizarse para generar alertas en escalas de tiempo muy cortas. Un meteorólogo bien entrenado podría identificar la formación de un fenómeno y, al observar su evolución, emitir una advertencia con diez o quince minutos de anticipación antes de que se produzca un evento más severo. Es lo que ocurre en muchos países desarrollados: en Estados Unidos, por ejemplo, las alarmas de tornado suenan con ese margen de tiempo para que la población pueda resguardarse en los refugios”, sostuvo el académico.
Un orgullo y un desafío nacional
Para el doctor Arévalo, este logro representa tanto un motivo de orgullo como un enorme desafío.
“La comunidad meteorológica chilena llevaba cerca de diez años intentando concretar la adquisición de un radar. Esta vez logramos aunar esfuerzos y convencer sobre su relevancia. Me siento muy orgulloso de haber liderado esta propuesta, y muy agradecido del apoyo que brindó la Universidad de Valparaíso, que confió e invirtió directamente en el proyecto”, expresó.
El investigador destacó que esta adjudicación fortalecerá la colaboración entre instituciones científicas.
“La posibilidad de contar con observaciones de este tipo fomentará equipos de trabajo más amplios, intercambio de datos y proyectos conjuntos. Es una oportunidad para consolidar una comunidad meteorológica nacional más integrada y con mayor capacidad tecnológica”, concluyó.
